Los cientos de personas y las decenas de asociaciones que ya han firmado el manifiesto por el Patrimonio Lingüístico Cántabro, que como sabéis incluía la solicitud de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), merecen saber qué ha determinado la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria al respecto y en base a qué. A continuación facilitamos por tanto el borrador del informe -en primera instancia DESFAVORABLE- que dicho organismo nos facilitó:
Folio nº1 del Informe de valoración de la solicitud de declaración, como Bien de Interés Cultural, a favor del patrimonio lingüístico de Cantabria: http://img219.imageshack.us/img219/92/enformiconsejera1.jpg
Folio nº2 del Informe de valoración de la solicitud de declaración, como Bien de Interés Cultural, a favor del patrimonio lingüístico de Cantabria: http://img219.imageshack.us/img219/7604/enformiconsejera2.jpg
[El subrayado es nuestro]
Réplica al Informe de la Consejería de Cultura
April 12, 2009
[Por Daniel Estrada Gómez-Acebo, traductor, intérprete y firmante del manifiesto]
Recibido el informe de valoración de la solicitud de declaración como Bien de Interés Cultural a favor del patrimonio lingüístico de Cantabria, mediante el cual la misma es desestimada, se considera pertinente hacer las siguientes puntualizaciones.
Dialecto, habla, etc
(*) “(…) si bien es cierto que, como ocurre en otros lugares de España, el español que se habla en Cantabria presenta algunas peculiaridades o rasgos propios del habla montañesa (…) estos no hacen de él propiamente un dialecto, sino que se trata de los restos del viejo dialecto leonés oriental (…)”
Sin pretender entrar a discutir las nociones de “habla”, “dialecto”, “lengua” e “idioma”, lo cual llevaría largas páginas llenas de referencias a obras de lingüistas y sociólogos, sorprende la necesidad de señalar que nuestro patrimonio lingüístico no es un dialecto, máxime cuando la afirmación anterior (“el español de Cantabria presenta algunas peculiaridades o rasgos propios”) corresponde exactamente con una de las acepciones este término (”sistema lingüístico derivado de otro con una concreta limitación geográfica, pero sin diferenciación suficiente frente a otros de origen común”[1]). Cabría argüir también, pues acaso quien elaboró el informe no cayó en la cuenta, que cuando se habla de “dialecto leonés” (sea oriental u otro), se utiliza el término en su primera acepción tal y como es recogida por el DRAE, es decir “Sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco común” (acepción que ejemplifica el diccionario con la frase “el español es uno de los dialectos nacidos del latín”).
En lingüística, tales términos están lejos de gozar de una definición unívoca aceptada por todos los investigadores, y de hecho son términos frecuentemente puestos en tela de juicio[2], que en cualquier caso son empleados exclusivamente como herramientas taxonómicas a la hora de establecer relaciones entre variedades lingüísticas. Por otro lado, los sociolingüistas hacen uso de esa misma terminología (haciéndola pues, ambigua, según el dominio en que se utilice) para referirse al puesto ocupado por una determinado sistema lingüístico en la sociedad, lo que nada tiene que ver con el grado de variación formal entre unas variedades lingüísticas y otras.
De cualquier modo, éstas no son discusiones que, en verdad, afecten en absoluto a nuestro asunto. La filiación de nuestras formas lingüísticas en el árbol taxonómico es un trabajo que corresponde a los lingüistas y que en nada nos concierne para nuestra reivindicación y objetivo, a saber, la preservación de nuestras particularidades lingüísticas a través de su estudio y dignificación. La declaración de Bien de Interés Cultural resulta, si no otra cosa, un símbolo de reconocimiento a nuestra forma de hablar, una ayuda a que nuestros paisanos que todavía conservan este tesoro dejen de pensar que la forma de hablar en su pueblo es simplemente un cúmulo de incorrecciones de las que avergonzarse al bajar a Santander. La bibliografía avala el interés científico de estas formas, la literatura da muestra de su valor estético y cultural para la comprensión de esta tierra, el hecho de que la lingüística y la sociolingüística terminen por definir el cántabro de una forma u otra no debería ser determinante para su consideración como activo cultural.
(*) “Concretamente es en la fonética, en la morfología y en el léxico donde el habla montañesa muestra sus peculiaridades.”
Sin duda en estos tres niveles de lengua es en los que más llamativas resultan las particularidades, lo que ya de por sí bastaría para prestar atención a este legado cultural, pero se hace necesario recordar la existencia de características propias en la sintaxis de gran interés, como el conocido neutro de materia, que afecta a todo el sistema de concordancias, la consecutio temporum en determinados tipos de oraciones como las hipotéticas o condicionales (distintas en buena medida del modelo castellano), o las diferencias de uso de los tiempos verbales, como es el caso de la oposición entre en pretérito perfecto e indefinido, tan diferente de la norma castellana, por citar algunos ejemplos.
Rasgos característicos
A continuación el documento pasa a enumerar algunos (muy pocos) de los rasgos característicos de nuestra variedad lingüística. Achacamos la vaguedad de la exposición a la necesidad de no extenderse demasiado, pero preocupan algunas imprecisiones y hasta errores, que hacen pensar que se haya consultado poca bibliografía, y desfasada. Algunas de estas imprecisiones son:
(*) “Rasgo típico de las hablas leonesas (…) es la tendencia a cerrar toda -o y -e finales en -u, -i, respectivamente. Así sucede en maridu, pradu (sic), conventu.”
Cabe aquí la discusión de si nuestro sistema lingüístico “cierra” esas vocales finales o si más bien no sería la forma española estándar la que las “abrió”[3]. De cualquier manera, nuevamente la explicación del rasgo resulta reduccionista, pues se lleva por delante el sistema de oposiciones “contable / incontable” que expresa el ya mencionado neutro de materia, como la diferencia semántica entre “pelo” y “pelu” o “queso” y “quesu”, siendo en ambos pares la primera forma la materia, incontable, y en el segundo la unidad contable, por mencionar un par de ejemplos sencillos.
El caso de “pradu” lo daremos seguramente por un error tipográfico en la bibliografía consultada y repetido inocentemente al realizar el informe, puesto que es bien sabido que esa “-d-” intervocálica desaparece por completo en toda la extensión geográfica de Cantabria, no sólo en aquéllos con el habla más conservadora, sino hasta en los hablantes del castellano más cercano al estándar (que dirán “prao”, terminado en -o). Raramente se recogerá en esta tierra “prado”, mucho menos “pradu”.
(*) “(…) alguna particularidad en el léxico, con palabras como pindio, quima, atropar, cullar…”
Hablar de “alguna particularidad” resulta a todas luces una infravaloración del caudal léxico cántabro. Difícil sería cuantificarlo: valga a modo de ilustración el dato del número de entradas en el DRAE que incluyen la marca de Cantabria (actualmente más de doscientas, que no deja de ser un número significativo sabiendo que el DRAE describe la variante estándar de la lengua española), y téngase en cuenta que este número representa una mínima fracción del mismo. Adolfo López Vaqué (académico correspondiente de la Real Academia en Cantabria) recoge en los cuatro volúmenes de su “Vocabulario de Cantabria” una gran cantidad de palabras; Ralph Penny, de la Universidad de Londres, en su magnífico “El habla pasiega”, ofrece un glosario de más de 6000 palabras propias de esos valles, José P. Sánchez-Llamosas recoge unas 2500 palabras en “El habla de Castro”. La lista podría extenderse a otras obras de expertos y amantes de la materia, pues la bibliografía existente es amplia. Hablar de “alguna particularidad” resulta, como mínimo, impreciso.
Identidad de Cantabria
Tras esta incompletísima lista de rasgos lingüísticos, se concluye que los tales “no conforman un dialecto ni un idioma, sino una variante conocida como habla cántabra o montañesa (..), sin que tenga suficiente entidad cultural como para considerarla una manifestación de la identidad de Cantabria”. Nada más se añadirá al respecto del uso de términos como “dialecto”, “idioma”, “variante” o “habla”; sí se hace necesario sin embargo comentar la segunda afirmación. Nuevamente según el DRAE, identidad es el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”. Evidentemente la forma de hablar de una población la caracteriza (por eso podemos hablar de comunidades lingüísticas) frente a los demás. Esto era algo sobradamente conocido por nuestra nutrida lista de escritores costumbristas como Pereda, Francisco Cubría, Escalante… que tanto uso hicieron de nuestras formas lingüísticas para caracterizar sus personajes como montañeses.
El modo de expresarse un pueblo es inevitablemente parte de su identidad. Eso sí, resulta evidente que hay formas lingüísticas que por la coyuntura social gozan de pujo y no necesitan de ninguna puesta en valor, mientras que otras, también por su situación sociolingüística (falta de prestigio que lleva a una vergüenza y a su abandono por parte de los cada vez más escasos hablantes), se sitúan irremediablemente al borde de la desaparición y el olvido.
La lengua como conocimiento
Después de tales observaciones previas, el Servicio de Patrimonio Cultural pasa a emitir su veredicto, desfavorable a la incoación del procedimiento de declaración de Bien de Interés Cultural a favor del patrimonio lingüístico de Cantabria. Para ello, razona de la siguiente forma:
“En cuanto al art. 98 de la Ley 11/1.998, de Patrimonio Cultural de Cantabria, a entender de este servicio hace alusión a la protección y conservación del patrimonio etnográfico (…), en el que no tendría cabida el lenguaje en sí mismo, sino específicamente un conjunto de prácticas, saberes y conocimientos que forman parte del acerbo (sic) cultural de la región.” “(…) no parece que tendría sentido alguno la declaración del medio utilizado para trasmitir ese conocimiento o prácticas culturales, como sería el lenguaje en sí mismo.”
Se desprende de esta explicación que para el Servicio de Patrimonio Cultural un código lingüístico no es en ningún caso conocimiento, afirmación con la que no podemos estar más en desacuerdo. Un código lingüístico está compuesto de un conjunto de diferentes “bases de datos” de información que todos los hablantes de ese código comparten: hay un “diccionario” y las reglas para su combinatoria en diferentes niveles que permiten la trasmisión de significado entre interlocutores. Esa información lingüística puede, de hecho, encontrarse codificada formalmente en una gramática y un diccionario normativos, como es el caso de las formas lingüísticas que cuentan, por razones históricas, sociales, etc…, con un estándar culto. Ese conjunto de datos lingüísticos, desde el momento en el que pueden ser objeto de investigación y estudio, suponen un conocimiento, y además expresan todo el bagaje cultural del pueblo que los ha modelado de acuerdo a sus propios avatares históricos, siendo testimonio de rasgos importantísimos de nuestra cultura (valga como ejemplo el abundantísimo léxico relativo a la naturaleza, a la pesca o a las actividades económicas tradicionales como la cría de ganado).
Conclusión final
Se desprende del documento emitido por el Servicio de Patrimonio Cultural un cierto recelo ante la cuestión, pues pareciera que no se entiende qué es exactamente lo que se solicita, ni cuáles son las consideraciones que al respecto de nuestro patrimonio lingüístico sostenemos los solicitantes. Por ello se reitera que, atendiendo a la existencia (constatada por extensa bibliografía especializada lingüistas de la talla de, por ejemplo, Ralph J. Penny) de unas formas lingüistas peculiares y privativas de nuestra Comunidad Autónoma, comprobándose el estado de rápida regresión de las mismas (como preconiza por ejemplo el propio Penny [4]) y considerando que forman una parte importante de nuestra identidad y de nuestro acervo cultural, solicitamos que sean declaradas Bien de Interés Cultural con el objetivo de reconocer su valor y dignidad y promover de esta forma su preservación y estudio.
[1] DRAE, 2001, sub vocem “dialecto”
[2] Son muchos los que consideran que, para considerar científicamente términos como “lengua”, “dialecto”, “habla” y otros similares, sería necesario establecer unos criterios universales de tipo estructural que permitieran diferenciar lenguas y dialectos independientemente del tipo de variedad lingüística que se trate (en otras palabras, que se pueda aplicar igual a formas lingüísticas de cualquier lugar, ya sean amerindias, asiáticas, indoeuropeas..), lo que no es posible.
[3] Se trata de la conocida evolución fonética desde el latín “-um > -o”, en castellano, y “-um > -u” en nuestra variedad, -u final que con toda probabilidad se extendió más tarde, antietimológicamente, a otras categorías léxicas en las que si se podría hablar propiamente de “cierre”. Para el caso de la -i final habría que distinguir igualmente entre las etimológicas, como “esti / esi”, y las que proceden de un cierre, como en el caso de “monti”.
[4] “El habla local se bate constantemente en retirada delante del avance castellano. No pueden faltar muchos lustros para que no quede más que una idea confusa de lo que era el habla pasiega.” (PENNY, R.J., 1970, El Habla Pasiega, Tamesis Books, Londres.)
y otra:
sacado de: http://server3.foros.net/viewtopic.php?t=3043&mforum=forucantabria
Los "grupos de hablantes" son una forma tradicional que han tenido las lenguas minorizadas se mantenerse vivas. En la última clase del II cursu de cántabru decidimos constituir uno, para asentar lo aprendido e ir poniéndolo en práctica. También puede ser interesante para gente interesada por el tema, pues escuchar una lengua es la mejor forma de aprenderla. En definitiva, es un espacio abierto a todo el mundo que quiera aprender cántabru, asentar lo aprendido
De momento nos vamos a reunir los viernes a las 18 h. en el Llar Mozu (C/El Alta -oficialmente Gral. Dávila- nº49). Cada día el tema puede ser distinto. Este viernes vamos a hablar acerca de libros y películas que nos gusten y por qué. Otro día podemos jugar un Trivial en cántabru, hacer una salida al monte en cántabru... o lo que vayáis proponiendo.
Si no podéis ir este viernes pero estáis interesados en ir recibiendo los días de quedada y el tema de cada día, escribid a largayu@yahoo.ca para que os incluyamos en la lista de correo.