Un mes, es lo que ha habido que esperar para comprobar que Pernía, Harry y Emilio de Dios siguen empeñados en matar la ilusión del racinguismo. Primero tocó sufrir la infumable etapa de Manolo Sáiz y Juan Carlos Unzué, a la que siguió el aún más vergonzante periodo de Fabri al frente del equipo.
La llegada, primero del asturiano, y más tarde de José Aurelio Gay, prometía un respiro a la más que sufrida parroquia verdiblanca, pero en las oficinas de los Campos de Sport parecían empeñados en dar una vuelta de tuerca más. Con el espejismo roto de una mejora deportiva, el mercado invernal se presentaba como la única opción de desfacer el entuerto provocado en verano.
En ese aspecto se había manifestado últimamente el director deportivo del Racing, pero su discurso ha saltado en pedazos a las 23:59:59, cuando al borde del cierre del mercado el club se ha limitado a dar oficialidad a la baja de Dani Bautista y anunciar el fichaje de Andreu Guirao. Un futbolista de perfil más que modesto, y con un currículum más apropiado para un aventurero que para un futbolista que debe aportar fiabilidad y calidad a la medular del equipo, necesitada urgentemente de un jefe que ejerza autoridad en la sala de máquinas del futbol para poder acercarnos al sueño cada vez más lejano de la permanencia.
Se ha perdido una oportunidad más, una de las últimas, para conseguir el objetivo con el que nos ha obligado a conformarnos un Consejo que, desgraciadamente, parece más empeñado en salvar lo que puedan de la ruina que han provocado, que de intentar apuntalar primero, y cimentar después, un proyecto de futuro para el Racing.