El afgano convertido al cristianismo sigue esperando su ejecución
24/03/2006 - 01:07
IBLNEWS, AGENCIAS

Abdul Rahmán, el afgano converso al cristianismo podría salvarse de la pena de muerte si se confirma que sufre una enfermedad mental, dijo hoy a EFE el fiscal del juicio, que ha provocado una gran polémica internacional.

El Gobierno afgano, encabezado por el presidente Hamid Karzai, ha declinado entrometerse en el caso de Rahman, que ha generado una fuerte contestación en países como Estados Unidos, Italia, Canadá y Alemania.

Rahman ha sido acusado de "rechazar el Islám", un delito que en Afganistán está castigado con la pena capital.

"Este caso está ante una corte afgana, que es parte del sistema judicial y que es independiente, así que tendremos que ver qué decide el tribunal", dijo hoy a EFE Muhyuddin Balouch, asesor de Karzai para asuntos religiosos, quien recordó que Afganistán es una República Islámica.

"No toleraremos ninguna falta de respeto hacia nuestra religión", apuntó Baluch, quien no obstante admitió que la ley islámica no puede castigar a una persona que sufre "problemas mentales".

El fiscal Zumarai, que actúa como acusación en el juicio con ese único nombre, dijo a EFE que "pensamos que Rahman podría no estar mentalmente sano, porque cuando habla no lo hace como una persona normal".

El acusado "se va a someter próximamente a pruebas médicas y, cuando estemos seguros de su buena salud, entonces podremos hablar de su posible ejecución", añadió.

Según Zumarai, "si los médicos declaran que está loco, le dejaremos ir, porque el Islám no puede castigar a una persona loca".

El hermano menor del acusado, que no quiere que se difunda su nombre, apoya la tesis de la enfermedad y ha viajado desde Alemania, donde reside, hasta Afganistán para pedir la amnistía para Rahman, detenido hace cerca de un mes después de que sus padres lo denunciaran a la policía.

"Puedo confirmar que mi hermano ha estado mentalmente enfermo durante los últimos seis o siete años, pero cuando aceptó el cristianismo estaba sano y lo hizo conscientemente", declaró a EFE.

El hermano de Rahman dijo que estaba pendiente de que el tribunal tome una decisión y afirmó que tiene esperanzas de que le puedan poner pronto en libertad.

Un miembro de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, que pidió que su nombre no fuera divulgado, sugirió a EFE que, si se demuestra que Rahman sufre trastornos mentales, sería muy conveniente para las autoridades afganas, que no desean más publicidad negativa sobre este caso.

"El Gobierno afgano debe buscar una forma lógica de satisfacer tanto a Occidente como a los fundamentalistas islámicos, que aún tienen poder en Afganistán", dijo.

"Tenemos que ver primero si esta ejecución es por el bien de Afganistán y de nuestra sociedad o si no lo es, porque Occidente podría darnos la espalda de nuevo, de modo que tenemos que buscar fórmulas para lograr que Rahman sea exculpado", afirmó.

Este es el primer juicio de este tipo que se celebra en Afganistán y ha generado el rechazo de países como EEUU, un aliado muy cercano de Kabul y que encabeza una coalición que cuenta con 20.000 soldados en el terreno, y otras naciones occidentales como el Reino Unido, Alemania e Italia.

El Gobierno alemán afirmó esta semana que intervendrá ante el presidente afgano para salvar a Abdul Rahman, por cuyo destino también ha apelado la Conferencia Episcopal Alemana.

Las autoridades italianas han abogado por el respeto de la libertad religiosa y el ministro de Exteriores, Gianfranco Fini, ha convocado al embajador afgano en Roma, Abdulah Alí, para expresar su preocupación y conocer los detalles del caso.

Ansarullah Mawlawezada, el juez a cargo del caso, afirmó este lunes que Rahman confesó en la primera vista del juicio "que se convirtió al cristianismo hace 16 años, cuando trabajaba como cooperante en una organización no gubernamental en Pakistán y que cree en la Biblia".

Rahman, de 41 años, fue asistente médico con las milicias muyahidín que lucharon contra la invasión soviética de Afganistán en los años 80 y, posteriormente, trabajó en Rusia y Alemania durante nueve años.

Este caso ha provocado gran controversia entre los sectores más conservadores y progresistas de Afganistán, un país de 28 millones de habitantes donde la práctica totalidad son musulmanes y que se encuentra en plena reconstrucción después de 25 años de guerras civiles y cinco años de gobierno del grupo ultraintegrista islámico talibán.

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