El fútbol se puede convertir a veces en una pesadilla. Eso debe de pensar el exfutbolista del Sporting Cristian Portilla. Enrolado en el Aris de Salónica, vive estos días, desgraciadamente, de primera mano el denominado y temible 'infierno griego'.
La derrota de su equipo, el pasado domingo, ante el Iraklis desató una batalla campal. Los aficionados más radicales del Aris asaltaron el terreno de juego, se enfrentaron a los antidisturbios y llegaron incluso a arrinconar a sus jugadores dentro del vestuario. Un infierno que se prolongó algo más de tres largas e interminables horas, plenas de tensión y miedo, antes de poder abandonar las entrañas del estadio Kleanthis Vikelidis.
Entre los atrapados se encontraba el futbolista cántabro, que en el mercado de invierno puso rumbo a Grecia en busca de aquellos minutos de juego que no encontraba en Gijón. Las oportunidades han llegado, pero, paralelamente, también el calvario que producen sus propios seguidores, los cuales ya han superado todos los límites, con insultos e incluso amenazas.
La eliminación en la Liga Europa de manos del Manchester City y, sobre todo, los malos resultados en la competición nacional han levantado las iras de la hinchada helena, que ya no han dudado en amenazar a los jugadores si el equipo no daba la talla en el campo. Tras los lamentables hechos del pasado domingo, la plantilla se vio incluso obligada a abandonar la ciudad durante dos días para no ver peligrar su integridad física y calmar los ánimos. Algunos futbolistas han puesto incluso rumbo a sus respectivos países de origen, escapando de la 'guerra' y dejando atrás su sueño de poder jugar al fútbol.
Los directivos de los clubes griegos ya se han reunido ante los continuos incidentes y podrían verse obligados a realizar una huelga para frenar las continuas batallas campales que se producen en sus estadios. Cristian Portilla continúa mientras tanto en Salónica a la espera de los acontecimientos y con la idea de que todo se quede en una mala pesadilla. A todo ello se suma el segundo cambio de técnico tras la reciente destitución de Yiannis Mihalitsios, que se hizo cargo del equipo tras el despido a Héctor Cúper.
El exsportinguista ha podido presenciar sobre el césped la parte más bonita de un ambiente de gala y de un estadio ensordecedor, pero también el amargo sabor de la parte negativa del 'infierno griego', que se ha ganado a pulso ese calificativo.
