Este año para mí ha sido diferente a estos dos anteriores. Incluso me sorprendo de mí mismo de la serenidad con la que me he tomado la derrota de hoy, pese a que no deja de ser la más humillante en mi historia personal como aficionado del Racing, ya que ha sido contra un filial y nos impide ya virtualmente siquiera disputar la fase de ascenso que siempre se presume como obligación mínima que debe cumplir un club histórico como el Racing en la Segunda B.

Los dos años anteriores fueron distintos, ya que, aunque en el de Munitis se sufrió bastante por conseguir el campeonato, en ningún momento peligró el play-off, y el de Viadero completo se batió récord de puntos con momentos de buen juego especialmente al principio de la temporada. Y en ambos casos se logró llegar hacia una eliminatoria decisiva para ascender. Y luego llegaron los grandes batacazos de Reus y Barcelona B que fueron días mucho más complicados de asimilar para mí que el de hoy, porque la ilusión y la cercanía al objetivo eran mucho mayores que este año.

Esta temporada ha sido una decepción tras otra desde el principio hasta el final, hasta tal punto de que esta vez ni siquiera se ha producido la típica racha de resultados buenos, y sensaciones y juego positivo transitorios que suelen tener la inmensa mayoría de los equipos durante un curso tan largo. Ni siquiera tras el cambio de entrenador. Hemos visto derrotas tan duras como la de hoy en Bilbao, Getxo, Barakaldo y tropiezos serios como el de Tafalla o Vitoria. De hecho, la temporada fuera de casa ha sido un completo desastre. Y en casa mucho mejor en cuanto a resultados, pero no en cuanto a sensaciones, puesto que casi siempre los propios aficionados salíamos del estadio emocionalmente cansados y mosqueados porque la mayoría de los partidos se sacaban por la mínima y sufriendo, sin margen ninguno para el disfrute.

Todo ello ha hecho que en esta ocasión fuera asimilando poco a poco el fracaso y el fin de temporada sea prácticamente un alivio para mí aunque sea fuerte decirlo así. Pero es que tengo ganas de empezar de cero, de ilusionarme aunque sea un poco cuanto antes, en vez de seguir con la agonía que me ha supuesto psicológicamente este año agotador. Ahora empieza una etapa de mucha incertidumbre, ya que no va a ser nada fácil reconstruir todo esto con los recursos de los que dispondremos, la pesada mochila que llevamos a la espalda y que cada vez es mayor, y la presión de un entorno al que costará mucho volver a ilusionar y convencer. Lo más importante es asegurar la supervivencia del club y con trabajo bien hecho y algo de suerte estoy convencido, mientras se mantenga una masa social indispensable, de que tarde o temprano conseguiremos volver a categorías superiores, como hicieron otros como el Oviedo con el que tanto nos comparamos.

Si hay cambios en la dirección del club, desearles muchísima suerte al igual que a Molina y al nuevo entrenador que venga, porque les espera un trabajo muy complicado en el que deberán hilar fino para intentar devolver al Racing a cotas mayores.

Este año para mí ha sido diferente a estos dos anteriores. Incluso me sorprendo de mí mismo de la serenidad con la que me he tomado la derrota de hoy, pese a que no deja de ser la más humillante en mi historia personal como aficionado del Racing, ya que ha sido contra un filial y nos impide ya virtualmente siquiera disputar la fase de ascenso que siempre se presume como obligación mínima que debe cumplir un club histórico como el Racing en la Segunda B.

Los dos años anteriores fueron distintos, ya que, aunque en el de Munitis se sufrió bastante por conseguir el campeonato, en ningún momento peligró el play-off, y el de Viadero completo se batió récord de puntos con momentos de buen juego especialmente al principio de la temporada. Y en ambos casos se logró llegar hacia una eliminatoria decisiva para ascender. Y luego llegaron los grandes batacazos de Reus y Barcelona B que fueron días mucho más complicados de asimilar para mí que el de hoy, porque la ilusión y la cercanía al objetivo eran mucho mayores que este año.

Esta temporada ha sido una decepción tras otra desde el principio hasta el final, hasta tal punto de que esta vez ni siquiera se ha producido la típica racha de resultados buenos, y sensaciones y juego positivo transitorios que suelen tener la inmensa mayoría de los equipos durante un curso tan largo. Ni siquiera tras el cambio de entrenador. Hemos visto derrotas tan duras como la de hoy en Bilbao, Getxo, Barakaldo y tropiezos serios como el de Tafalla o Vitoria. De hecho, la temporada fuera de casa ha sido un completo desastre. Y en casa mucho mejor en cuanto a resultados, pero no en cuanto a sensaciones, puesto que casi siempre los propios aficionados salíamos del estadio emocionalmente cansados y mosqueados porque la mayoría de los partidos se sacaban por la mínima y sufriendo, sin margen ninguno para el disfrute.

Todo ello ha hecho que en esta ocasión fuera asimilando poco a poco el fracaso y el fin de temporada sea prácticamente un alivio para mí aunque sea fuerte decirlo así. Pero es que tengo ganas de empezar de cero, de ilusionarme aunque sea un poco cuanto antes, en vez de seguir con la agonía que me ha supuesto psicológicamente este año agotador. Ahora empieza una etapa de mucha incertidumbre, ya que no va a ser nada fácil reconstruir todo esto con los recursos de los que dispondremos, la pesada mochila que llevamos a la espalda y que cada vez es mayor, y la presión de un entorno al que costará mucho volver a ilusionar y convencer. Lo más importante es asegurar la supervivencia del club y con trabajo bien hecho y algo de suerte estoy convencido, mientras se mantenga una masa social indispensable, de que tarde o temprano conseguiremos volver a categorías superiores, como hicieron otros como el Oviedo con el que tanto nos comparamos.

Si hay cambios en la dirección del club, desearles muchísima suerte al igual que a Molina y al nuevo entrenador que venga, porque les espera un trabajo muy complicado en el que deberán hilar fino para intentar devolver al Racing a cotas mayores.

Otro partido decisivo y otro día de pesadilla para guardar en el almacén de desastres, humillaciones y ridículos que hemos sufrido en estos 6 últimos años.

Opino lo mismo que prácticamente todo el mundo, hemos hecho una deficiente gestión deportiva y las consecuencias son la peor temporada de los 105 años de historia de nuestro Racing, y quedamos fuera del play-off con total justicia, ha sido una mierda de temporada de principio a fin y lo mejor es que, por fin, se acaba ya.

Ahora toca ya pensar desde mañana en la próxima temporada y, si como parece un secreto a voces, Higuera y Víctor se marchan, agradecerles todo lo bueno que han hecho en el club, principalmente en la parcela económica y con la pena de que los proyectos deportivos hayan fracasado de manera estrepitosa, sobre todo el de este año.

Me imagino que, en caso de confirmarse la dimisión de Higuera y Víctor Diego, lo de Víctor Alonso y Chuti Molina será provisional hasta que busquen a otro presidente, no sé cómo lo harán los de Pitma.

Lo que sí está claro es que hay que hacer una limpia de campeonato, el 80-90% de la plantilla de la próxima temporada tiene que ser nueva, espero que, por fin, se haga una gestión deportiva en condiciones y que se acierte con los fichajes y con el entrenador, que me imagino que será por donde empiecen.

Yo esperaba mucho más de Pouso, desgraciadamente su etapa ha sido decepcionante, me da algo de pena porque es un tío campechano y sencillo, pero no ha demostrado ser mejor entrenador que Viadero, para nada.

Este año para mí ha sido diferente a estos dos anteriores. Incluso me sorprendo de mí mismo de la serenidad con la que me he tomado la derrota de hoy, pese a que no deja de ser la más humillante en mi historia personal como aficionado del Racing, ya que ha sido contra un filial y nos impide ya virtualmente siquiera disputar la fase de ascenso que siempre se presume como obligación mínima que debe cumplir un club histórico como el Racing en la Segunda B.

Los dos años anteriores fueron distintos, ya que, aunque en el de Munitis se sufrió bastante por conseguir el campeonato, en ningún momento peligró el play-off, y el de Viadero completo se batió récord de puntos con momentos de buen juego especialmente al principio de la temporada. Y en ambos casos se logró llegar hacia una eliminatoria decisiva para ascender. Y luego llegaron los grandes batacazos de Reus y Barcelona B que fueron días mucho más complicados de asimilar para mí que el de hoy, porque la ilusión y la cercanía al objetivo eran mucho mayores que este año.

Esta temporada ha sido una decepción tras otra desde el principio hasta el final, hasta tal punto de que esta vez ni siquiera se ha producido la típica racha de resultados buenos, y sensaciones y juego positivo transitorios que suelen tener la inmensa mayoría de los equipos durante un curso tan largo. Ni siquiera tras el cambio de entrenador. Hemos visto derrotas tan duras como la de hoy en Bilbao, Getxo, Barakaldo y tropiezos serios como el de Tafalla o Vitoria. De hecho, la temporada fuera de casa ha sido un completo desastre. Y en casa mucho mejor en cuanto a resultados, pero no en cuanto a sensaciones, puesto que casi siempre los propios aficionados salíamos del estadio emocionalmente cansados y mosqueados porque la mayoría de los partidos se sacaban por la mínima y sufriendo, sin margen ninguno para el disfrute.

Todo ello ha hecho que en esta ocasión fuera asimilando poco a poco el fracaso y el fin de temporada sea prácticamente un alivio para mí aunque sea fuerte decirlo así. Pero es que tengo ganas de empezar de cero, de ilusionarme aunque sea un poco cuanto antes, en vez de seguir con la agonía que me ha supuesto psicológicamente este año agotador. Ahora empieza una etapa de mucha incertidumbre, ya que no va a ser nada fácil reconstruir todo esto con los recursos de los que dispondremos, la pesada mochila que llevamos a la espalda y que cada vez es mayor, y la presión de un entorno al que costará mucho volver a ilusionar y convencer. Lo más importante es asegurar la supervivencia del club y con trabajo bien hecho y algo de suerte estoy convencido, mientras se mantenga una masa social indispensable, de que tarde o temprano conseguiremos volver a categorías superiores, como hicieron otros como el Oviedo con el que tanto nos comparamos.

Si hay cambios en la dirección del club, desearles muchísima suerte al igual que a Molina y al nuevo entrenador que venga, porque les espera un trabajo muy complicado en el que deberán hilar fino para intentar devolver al Racing a cotas mayores.

totalmente identificado con esto que dices.

A partir de ahora deben ser tiempos para regenerar y construir. No para destruir. Ya hemos tenido bastante autodestruccion durante todos estos meses. Ha sido una temporada muy dañina para todos.

Que pase el siguiente, que se pongan unos cimientos buenos y a empezar de nuevo con ilusiones renovadas en un par de meses.

Eso si, tengo cierto temor por la propiedad del racing. No se que idea tiene PITMA a partir de ahora. Esperemos que se vaya sabiendo algo durante los proximos dias.