Alvaro Machín | Santander.-
Francisco Pernía respondió a la gran cuestión con otra pregunta. «¿Piensa dimitir?», le interrogó este periódico en un domingo de dura resaca para el racinguismo. «¿Por qué voy a dimitir?», fue su contestación. Tras eso, el presidente, insistió una y otra vez en una frase: «Ni soy un ladrón ni un hijo de p. Yo no he robado nunca nada». Muy tajante. A su juicio, no había mucho más que explicar. Eso sí, en su opinión, los que pidieron el pasado sábado su salida del sillón de mando de El Sardinero son «un sector muy concreto» que obedece a algo que «se está promoviendo y orquestando». «Entonces, ¿por qué voy a dimitir?».
Fue un día de abatimiento para la Cantabria verdiblanca. Nadie oculta que el equipo está en crisis. La derrota ante el Espanyol dejó un contagioso tufo de pesimismo y dos palabras en los oídos de todos los actores que se mueven en torno al Racing: descenso y dimisión. La primera cae con todo su peso sobre las opciones de la plantilla y del entrenador, un Cúper al que ayer también se le empezaron a sonrojar las orejas con las primeras críticas. La segunda iba de lleno para Pernía. «Yo hago autocrítica, pero esas dos cosas, la de ladrón y la de hijo de p., sé que no son verdad. No he robado nunca nada. En el mundo parece que las cosas no van muy bien y el Racing no es una isla. Lo mejor para superar esta racha sería otra coyuntura, pero las cosas están como están», dijo Pernía. «No voy a dimitir porque lo digan unos señores que me insultan desde un sector muy concreto del estadio y eso lo entiende el resto del campo, que no se ha sumado. La protesta se ha focalizado y polarizado allí», continuó el presidente, que no tiene «nada que decir» a Cúper respecto al balance puramente deportivo del equipo.
Cuestionado por esa autocrítica que sí está dispuesto a hacer, Pernía ofreció su razonamiento. «La situación económica de las empresas en el mundo occidental es la que es -empezó-. Lo único que no está en su sitio es la marcha del equipo y ahí hago la autocrítica que tengo que hacer, pero si se pasan de la raya, entonces yo tampoco respeto. Todos tenemos equivocaciones, pero yo no tengo la culpa de la crisis mundial, la de España o la de Cantabria. Mi responsabilidad es la gestión del Racing y, cuando la gente hace cosas, se equivoca y yo sé cuáles son mis responsabilidades y lo que tengo que hacer». «¿Y qué va a hacer», le preguntó, entonces, el periodista. «De momento, mañana (por hoy) nos marchamos a sevilla. Lo único que tengo que pensar es en remontar esta situación y en cómo hacerlo». Fin de la charla.
Pero los más molestos con su gestión no parecen estar concentrados únicamente en la esquina donde los más jóvenes enseñaron sus pancartas el pasado sábado. El nuevo presidente de la Asociación de Peñas del Racing, Bernardo Colsa, pide también su salida del club, algo que repiten algunos de los futbolistas más significativos que han vestido la camiseta verdiblanca en las últimas temporadas. El ambiente es hostil, cargado de desaliento. El paso más preocupante es el que deja atrás la crítica para meterse de lleno en la indiferencia. Muchos lo han dado. «Hay un pasotismo absoluto hacia todo lo que tiene que ver con el club», dice Colsa. «Si te soy sincero, pocas», contesta Javi López, ex jugador racinguista, cuando le preguntan por las medidas que pueden tomarse para salvar la situación actual.
En todos los órdenes
Pernía siempre habló de los cuatro pilares: deportivo, social, económico y patrimonial. Los dos últimos están definidos en el informe judicial que los administradores concursales han entregado en el juzgado y al que El Diario tuvo acceso. Casi cincuenta millones de deuda y la propiedad, por ahora, en manos de un tipo, Alí Syed, al que investiga la Interpol. Crisis evidente.
En el aspecto deportivo, el peor arranque liguero de la historia y el puesto de colistas es una fotografía objetiva. Héctor Cúper ya ha entrado en la historia del Racing, pero lo ha hecho por la puerta de atrás. Ya se escuchan críticas a su trabajo. «Me parece que está siendo un entrenador como otro cualquiera...», dice Fernando Ortiz, de la peña Zalo. Su nombre ya suena junto a los de Mandiá o Portugal, que se marcharon entre silbidos. Entre los exfubolistas, le restan algo de culpa. «Llegó en un momento complicado y se le explicó una situación irreal. Vino engañado», dice Jesús Merino. «Lo único que puede hacer es construir un equipo ordenado y eso lo hace, pero sabe que no tiene para más. Y sólo con orden en Primera División no vale. El Racing no tiene poder de reacción ni nada parecido», apunta Emilio Amavisca. Falta plantilla, sobre todo arriba. Lo dicen todos. «No da para más», repite Chus Abad. «Es que todo pasa por invertir. Buscar dos jugadores con gol. Es que no hay otra...», añade el exfutbolista.
Y ese escaso margen de maniobra redunda en una resignación instalada en todos los pronósticos. «Queda mucho, pero lleva un camino muy adelantado para ello», dice Geli cuando se le pregunta si el Racing va a bajar a Segunda. Ahí las contestaciones son desoladoras: «Sí, le veo fatal», «tiene toda la pinta», «es muy probable», «es el más firme candidato»... «Visto lo de ayer, sí», responde Tuto Sañudo. Otro histórico, Laureano Ruiz, quiere ser optimista, pero habla de una mejora necesaria en ataque. No hay pegada. En eso vuelven a coincidir. Gelucho, Benito Ballent, Juan Carlos García, Chus Abad... Ellos y toda la grada.
Económico, patrimonial, deportivo... En el social -el último apartado- el Racing también es colista. Es el equipo con menor asistencia al estadio de toda la Liga, ha descendido considerablemente el número de socios y el ambiente en El Sardinero es cada vez más desagradable. Ahí, el partido ante el Espanyol también supuso una derrota más allá de la tabla. En resumen, crisis total en los cuatro pilares. Crisis total en el Racing.
«Pernía vete ya»
Ese recorrido por la hundida actualidad racinguista se convierte en un círculo vicioso que vuelve a centrarse en el mismo protagonista. Cuando el partido ante el Espanyol empezó a torcerse, los silbidos sonaron hacia el palco, no hacia el césped (con la excepción de Stuani y Ariel, convertidos en ejemplo de la incapacidad racinguista). Desde la gradona se sacaron las pancartas y se entonó el «Pernía vete ya». Lo había repetido de otro modo Quique Setién en sus duras declaraciones de la pasada semana. El hoy entrenador del Lugo se ha convertido en una especie de 'paladín' del sector más crítico. «Estoy totalmente de acuerdo con Setién», apunta Sañudo, alguien que compartió con él vestuario.
Pero no es el único que habla claro y que pide un cambio en la dirección. «En su cabeza estará el dimitir o no, pero está claro que no ha hecho una buena gestión», opina Amavisca. Chus Abad va más lejos: «¿Dimitir? Claro que sí, pero esa es una salida tan sencilla para alguien que lo ha hecho tan mal... Me da hasta rabia que se marche de rositas». «No sé que pinta, la verdad, en el organigrama deportivo», apunta Geluccho. Merino, que trabajó a sus órdenes en la secretaría técnica, es de los más duros en sus planteamientos. «Creo que debería irse. No sé si dimitir o que le inviten a marcharse. Su margen es escaso y el camino que ha tomado no es el correcto. Tras el mejor momento deportivo de la historia, se ha destrudio el equipo en dos o tres años. Económicamente nos ha matado. Los pilares que tanto defendía han caído y debería marcharse».
No obstante, quedan quienes opinan que la marcha de Pernía no arreglaría nada. «Si me aseguraran que mejoraría... Pero no creo que eso vaya a mejorar la situación del equipo», opina Javi López. «Yo creo que la solución tampoco pasa por ahí. Si la culpa la tiene él, también la tendría cuando el equipo se clasificó para jugar en Europa. Yo creo ni entonces era su culpa, ni ahora tampoco», responde Laureano Ruiz. Ese recuerdo de la UEFA está también en la mente de Benito Ballent. «Ha hecho cosas francamente bien y cuando estaba el equipo en la UEFA nadie criticaba su gestión. Con la venta del club no se ha estado especialmente acertado y esa mala gestión realizada en el último año y medio ahora se está pagando en el aspecto deportivo».
En medio de la polémica, los sislenciosos administradores concursales. A ellos, la presencia de los actuales dirigentes les 'libera' de trabajo y de responsabilidad. Les mantiene en una segunda línea que les permite centrarse en la elaboración de sus informes (lo siguiente será su propuesta de convenio a los acreedores). Son su parapeto. Pero a ellos la crisis también les salpica. Porque a Santiago Ruiz-Asenjo, Ramón Camarena y Alejandro Alvargonález se dirigen ya también los que creen que Pernía debe irse. Si no dimite, ellos tendrían capacidad para tomar medidas (con el permiso de la jueza) y ponerse al frente del club o designar a un tecero. Les piden eso o, incluso, medidas más drásticas de las que ellos, hasta ahora, no han querido ni oír mencionar. Así, en Alicante esta semana se rescindió el contrato a tres futbolistas del Hércules (líder en Segunda División precisamente con Mandiá como entrenador). Un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) como el que, por desgracia, afecta a numerosas empresas fuera del fútbol para ahorrarse el dinero de sus fichas. Ya hay quién lo ha mencionado, aunque parece difícil.