Estados Unidos y los cuatro mayores países de la Unión Europea (Francia, Alemania, Reino Unido e Italia) reconocieron ayer la independencia de Kosovo, pero la secesión fue rechazada por otros Estados como España y sumió al bloque continental en una profunda división.

Mientras, un día después de la autoproclamación, el gobierno kosovar comenzó a buscar el reconocimiento internacional enviando notas y emisarios para sumar apoyos, unas 5.000 personas repudiaron el acto en calles de Belgrado, la capital serbia.

"Estados Unidos reconoció oficialmente hoy a Kosovo como un Estado soberano e independiente. Felicitamos a la población de Kosovo en esta ocasión histórica", indicó la jefa de la diplomacia norteamericana, Condoleezza Rice, en un comunicado difundido en Washington, mientras el gobierno serbio -que se opuso desde el inicio a la separación de su ex provincia- anunció que retiraba a su embajador en EE.UU. en señal de protesta.

En una reacción diplomática diametralmente opuesta, el Parlamento ruso advirtió que Moscú tiene el derecho a partir de ahora de revisar su política con los Estados autoproclamados en el territorio de la ex URSS, en velada referencia a territorios vecinos que quieren unirse a Rusia.

La independencia de Kosovo mostró las divisiones internas de la Unión Europea, aunque una mayoría de países -18 de 27- la aceptó. Turquía, Gran Bretaña y Francia fueron los primeros países que enviaron sus respecti vos representantes diplomáticos a la sede de la presidencia kosovar para presentar credenciales. Sin embargo, cinco países, Chipre, España, Grecia, Rumania y Eslovaquia, se negaron a dar el paso, al menos inmediatamente.

La diplomacia española se enfrentó ayer a sus socios europeos impidiendo un reconocimiento en bloque de toda la UE. Eslovenia, que ostenta la presidencia semestral de la UE, presentó a los ministros de Exteriores una propuesta por la que la UE "tomaba nota de que los Estados miembros, de acuerdo con sus prácticas y normas legales nacionales, podrán establecer relaciones con Kosovo en calidad de Estado independiente bajo supervisión internacional". España rechazó el texto por la frase "en calidad de Estado independiente", pues firmar eso equivalía a un reconocimiento implícito.

El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, había sido tajante poco antes: "España no va a reconocer el acto unilateral proclamado ayer por la Asamblea kosovar porque no consideramos que respete la legalidad internacional."

El rechazo español, al que se unen Chipre, Grecia, Bulgaria, Eslovaquia y Rumania, se debe, además de a los argumentos jurídicos de Moratinos, a la sensibilidad ante una secesión unilateral que da ánimos a los independentistas catalanes y vascos.

Cualquier pronunciamiento a favor por parte de España, a tres semanas de las elecciones generales, sería una baza para la oposición conservadora, que lleva cuatro años acusando al presidente José Luis Rodríguez Zapatero de dar ánimos y fuerzas a los nacionalismos periféricos, acusándolo incluso de querer "romper España". Tanto el titular del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, como el "ministro" de Exteriores, Javier Solana, repitieron, en un intento de tranquilizar a los españoles, que "Kosovo no sienta ningún precedente y es un caso único".

El texto final también expresa que "Kosovo constituye un caso sui generis que no establece precedente". El Consejo Europeo se limitó a "tomar nota de la declaración del domingo en Pristina" y a dar libertad a los 27 para reconocer o no al nuevo país.

A la UE se le plantean ahora problemas de difícil solución. Porque, aunque la negativa española podría variar tras las elecciones, Kosovo nunca podrá ingresar en la UE si no es reconocido por todos los miembros. Esto haría que una hipotética adhesión de Serbia frenara indefinidamente la entrada de los kosovares. Y a Serbia, para compensarla, la UE le ha ofrecido acelerar su ingreso al club comunitario