EE.UU. sólo cree en Dios.

El creacionismo pone a Darwin en la picota.


La teoría de la evolución podría desaparecer de las escuelas norteamericanas, en favor del diseño inteligente. Kansas ya ha dado el primer paso y otros estados se lo plantean.



«In God we trust». Esta frase, cuya traducción literal es «confiamos en Dios», ya puede encontrarse no sólo impresa en los billetes de un dólar de Estados Unidos, sino que partir del 2007 será, con toda seguridad, parte del temario de ciencias en las escuelas de Kansas. La decisión que tomó la semana pasada la Junta de Educación de Kansas obliga a los institutos del estado a criticar los postulados evolutivos de Darwin, mientras que se alientan otras posibilidades para la concepción del ser humano, como las que apuntan algunos capítulos del Génesis, el creacionismo y sobre todo, el llamado diseño inteligente.

Desde que en 1925 el profesor John Thomas Scopes ganó el derecho de enseñar la teoría de la evolución en las aulas, en el famoso juicio del mono, nadie hasta ahora se había atrevido a volver a cuestionar la veracidad de Darwin en el campo científico. Sin embargo, el nacimiento de la corriente bautizada como diseño inteligente, cuyo principal postulado asegura que el universo fue creado por un «diseñador de inteligencia suprema», ha puesto contra las cuerdas al autor de El origen de las especies .

Hasta ahora desconocido, el diseño inteligente nació hace 15 años en un instituto tecnológico de Seattle, con el objetivo de poder aunar ciencia y religión en una sola teoría. Su presencia en la sociedad, apoyada por múltiples lobbies de la derecha, se fue incrementando hasta tal punto que sus líderes llegaron a proponer a los estados que enseñaran sus ideas en educación primaria. En sus reivindicaciones, los defensores de la teoría atacaban duramente los descubrimientos de Darwin, asegurando que muchos de los datos aportados por el británico fueron reprobados por otros científicos, por lo que la asignatura de ciencias debía, como mínimo, poner en duda sus tesis.

Lo que en un principio resultaba una utopía fue considerado por veinte estados, y finalmente Kansas decidió dar el primer paso en el ámbito estatal. Antes, poblaciones como Dover, en Pensilvania, ya habían llevado a cabo acciones similares, aunque ninguna de ellas había contado con el consenso de una junta de educación a tan alto nivel.

Polémica

La polémica por la decisión de sacar a Darwin de las aulas ha puesto en pie de guerra a la comunidad científica, que considera estas medidas como una ruptura entre la histórica separación entre religión y ciencia. Los ciudadanos de a pie no deberían haber reaccionado de este modo si nos atenemos a las estadísticas, ya que más del 55% de los norteamericanos están convencidos de haber sido clonados del molde de Adán, sin tener que pasar por el vergonzoso antepasado del primate. Por si fuera poco, el propio Bush se manifestó públicamente a favor del diseño inteligente: «Si me preguntan si creo que deben enseñarse varias teorías, digo que sí», indicó. También la Iglesia tomó parte en la cruzada anti-Darwin a través del arzobispo de Viena Christoph Schonbörn, quien aseguró que el papa Juan Pablo II no creía en el evolucionismo.

Tampoco otros sectores, como el cinematográfico, han podido escapar de la polémica. Hace sólo unos meses, una película distribuida por los cines IMAX y que relacionaba las explosiones de los volcanes con el ADN humano fue censurada en los estados de Tejas, Georgia y Carolina del Sur por ir en contra de las creencias mayoritarias de los ciudadanos, y defender la teoría de la evolución.

*****************************************************************
No se si reir o llorar