Son las 8 de la mañana y la vida arranca como cada mañana, implacable al paso del tiempo, con las mismas obligaciones y las mismas caras de todas las mañanas.

Aqui ya todos nos conocemos, todos sabemos de los cuentos, de las batallitas, de los amores de cada uno. Y cada mañana nos alegramos de vernos... a diario.

Nunca he llegado a saber lo oscuro que podía llegar a ser esta linea de tren de la que soy prisionero diariamente. Prisionero de mi trabajo, de mi rutinaria vida.. de este C-2 que cada dia es testigo de penas y alegrias. Y como las mias, la de los demás.

A mi lado, un chico del sur me cuenta lo triste que ha sido su ruptura con la novia. Alguien a quien el queria le abandonó y poco después rehizo su vida al lado de otra persona. Y aunque hoy en dia no sabe nada de ella, parte por coraje, parte por distancia, aun la hecha de menos. Y lo que es peor... a veces aun la quiere.

En otro asiento está una chica con lagrimas en los ojos y con la foto de un señor en las manos. Me cuenta que es su padre. Hace ya años que no se hablan. La chica se enamoró de un muchacho al que su padre no toleraba, asi que la falta de apoyo fue una constante. Decidió y su padre perdió. Pero le duele no poder hablar con el.

Dos asientos más atrás, otra chica con una sonrisa va a reunirse con su novio, que acaba de llegar de trabajar fuera. Son muchos meses separados y al fin se van a ver. La ilusión se le nota en sus ojos y solo atina a decir cosas preciosas de aquella persona de la que vive enamorada. Ya falta poco, mujer...

A su lado se sienta un chico que está muy contento, pero por otro motivo muy diferente. Su hija, nacida hace poco, cumple seis meses. Va al centro, a comprarle unos juguetes, porque tiene muy pocos. Un muñeco de peluche y unas muñecas van a ser un regalo perfecto. Sus pocos euros en la cartera delatan a un sencillo pero ilusionado padre de familia. Seguro que va a encontrar un gran regalo por poco dinero.

En el rincón va un chico más contento aún que lo anteriores. Ya le vi hace unos dias. Por lo visto ha tenido que separarse de sus padres a los que llama a diario porque ¡dios mio! al fin le han ofrecido un trabajo. Una gran oportunidad que no podia rechazar. Es su primer dia y aun no sabe como le va a resultar, pero esperanzas no le faltan de que todo vaya a pedir de boca.

En el otro rincón está otra mujer. Su padre está ingresado por una enfermedad y su madre pasa los dias a su lado. Ella toma el tren para visitarlo, ya que a su padre lo mantiene con vida el verla todos los dias, y le da esperanzas para superar su terrible cancer que dia a dia lo está matando. Pero ya se sabe que las
esperanzas las manda Dios para todos.

Y frente a mi, tengo a mis vecinos. Todos los dias me cuentan historias increibles, pero las mas destacadas las que hablan de sus dos hijos, de 3 y 5 años, que dejan diariamente en la guarderia antes de ir a trabajar. Se les iluminan los ojos solo de pensar en ellos. Y solo tienen reloj para la hora de salida e r a buscarlos,
pasar la tarde con ellos... y jugar y verlos crecer.

Un solitario hombre de una solitaria silla del tren no cuenta para nada ninguna historia. Su mujer lo abandonó, y sus hijos no le hablan desde hace tiempo. Se ha acostumbrado a vivir solo y
sabe que nadie querrá saber nada de él si algo le sucede. Es tan triste que supongo que por eso jamás cuenta historia alguna.

Pero absorto en mis ideas y proyectos, aun me queda algun tiempo para ver que el vagón va lleno, repleto de gente con más historias que contar, o que decir con la mirada. Pero supongo que no todos son tan abiertos y no las cuentan... o guardan con celo su vida privada. ¿Por que no? Todos tenemos derecho a
nuestra intimidad.

Aun hay algo que me quedaba por oir en esta fria mañana. Un desconocido, de los que siempre hay alguno claro está, le gusta contar su historia para un oido amigo. La mayoría de las veces suelen ser triste o algo que les preocupa. Este señor dice que su mujer de la que se divorció hace poco le ha llamado. Resulta que quiere volver a intentarlo. El hombre lo cuenta con cautela pero me ruega que le de ánimos, que todo saldrá bien. Yo se los doy le doy esperanzas de paso. Me alegra poder ayudar.

¿Que cual es mi historia?. Ajam. Veo que me habeis escuchado con atención y pensais que tengo historia tambien. Pues habeis acertado, la tengo.
Mi trabajo es en un hospital. Soy un enfermero que hace años emigré para trabajar en Madrid. Mis padres viven lejos pero les quiero mucho, y no tengo novia, aunque me gustaría. Mi historia se parece al chico cuya novia abandonó y rehizo su vida, pero ya casi no me duele. Una vida monótona como os dije antes no da lugar a muchas historias presentes... quizás algunas pasadas, con mis amigos de mi ciudad... con mis antiguas novias, pero nada digno de ser expresado o escuchado... no soy nada interesante.

Y mañanas como las de hoy hacen más llevadero este frio y esta maldita rutina de mi diario viaje por este tren de cercanias que nos lleva a todos por el corredor de Henares. Es un dia como otro cualquiera, un 11 de Marzo tan oscuro por las mañanas como ya estamos acostumbrados.
Pero algo falla. Me duele la cabeza y creo que me he desvanecido. Hace poco que tengo estos mareos. Tengo que ir al médico, creo que puede ser algo raro, peilepsia o algo asi. De pronto me han zumbado los oidos y se me ha puesto todo blanco. Y ahora que vuelvo a estar bien veo a todo el mundo perfectamente.
Tienen las mismas caras, los mismos ojos. Que alegria que al menos no me haya pasado nada... pero sus rostros están diferentes... están como extrañados, confundidos... parecen estar como yo...
¿y que le ha pasado al tren? ¿que hace parado? ¿ya hemos llegado?
Es muy pronto para llegar...
Juraría que el tren iba más lleno. Hay menos personas, eso seguro. ¿Me he quedado dormido?. Lo que no comprendo es porqué no avanzamos. ¡Que alguien llame al revisor!. No puedo llegar tarde o me pueden despedir. Y no está el trabajo para que te despidan.
Han pasado ya minutos y minutos y la gente se ha puesto nerviosa.
La puerta no se abre... y nadie nos oye gritar. ¿Estoy soñando?. Estoy seguro de que algo no va bien. Empiezo a tener mucho miedo y eso en mi no era normal hasta hoy.
De pronto, y sin esperarlo, la puerta del tren abre. Un señor extraño, de tez clara, ojos verdes... traje impoluto. Una vez dentro del vagón nos pide algo de atención. Sus palabras resuenan en mi cabeza como mil tracas estallando a la vez. Ahora que lo recordaba, casi lo mismo que sentí hace quince minutos, cuando me desmayé. Pero al oirle bien fue aun más aterrador...
"Buenos dias señores y señoras, disculpen las molestias. Por favor, ordenadamente, vayan diciendome sus nombres y apellidos y vayan saliendo del vagón lenta y ordenadamente, no se detengan y se lo ruego no miren a los lados ni hacia atrás".
La gente, nerviosa e indignada, pregunta y pregunta sin hallar respuesta. Ante la incipiente inquietud de la gente, otro señor casi identico al anterior penetra en el vagón y nos pide que nos sentemos en silencio, para darnos una explicación.
Y aquello fue el horror. "Lamento comunicarles que este tren no podrá llegar a su destino en Puerta de Atocha, en Madrid. No se muy bien como decirles esto, pero..."
Y casi ya no puedo repetir sus palabras cuando me dice que los que estamos alli en esos momentos no hemos sobrevivido... ¡Dios Santo!, que no hemos sobrevivido a qué. ¿Está tratando de decir que estoy muerto, que estamos muertos? No puede ser... estoy aqui, estoy vivo, estoy bien. ¿de que está hablando?.
Poco a poco salimos del tren. Soy un rebelde nato y no hice caso, y por supuesto, miré a mi alrededor. Empecé lentamente a creer no sé en qué. No habia nadie y una inmensa niebla lo cubría todo, pero acabé de dar la vuelta a la mirada y observé el tren en que viajabamos roto por la mitad, de cuajo, sin techo. Y muchos más viajeros saliendo de los otros vagones. Una taza de café caliente y unas mantas nos esperaban tras una puerta. Uno, otro, otro... hasta doscientos.
Una sin razón, un terrorismo sin precedentes en nuestro pais, una injusticia en forma de varias bombas han acabado bruscamente con nuestro 11 de Marzo. A las 8.15 de la mañana (creo) una tremenda explosión puso punto y final a nuestro viaje... y a nuestra vida.
Desde un agujero podemos observar cientos de voluntarios de la Cruz Roja, sanitarios del Samur, Policia... y un improvisado tanatorio donde familiares y amigos van a buscarnos.
Nuestros móviles están sonando. Son nuestras familias. Pero por más que lo intentamos no podemos contestar. ¿No hay cobertura?.
Todos esos móviles suenan al lado de nuestros cuerpos sin vida, esperando sin éxito que alguien los atienda. El horror, el dolor, el miedo... todas las miradas de mis compañeros de viaje han cambiado.

El chico sureño sabe que jamás podrá volver a ver a su exnovia.
La chica piensa que tantas peleas con su padre y no pudo despedirse.
La otra chica no podrá reunirse con su novio al que tanto habia echado de menos.
Ese hombre que no podrá ver crecer a su hija, ni comprarle nada nunca más.
Ese primer trabajo que ese chaval no llegará a estrenar.
Ese padre con cáncer que se ha quedado sin su fuerza para vivir.
Mis vecinos han dejado solos a sus dos hijos que posiblemente ya no tengan ganas de jugar nunca más sin sus padres.
Ese desconocido que no podrá hacer realidad su sueño de volver con la mujer a la que amaba...
y no olvido a ese solitario al que nadie ha ido a ver al tanatorio improvisado.
Y todo porque una mañana alguien decidió por nosotros que ya era hora de que abandonáramos este mundo, y que viajaramos al otro mundo es un tren de cercanias. Y ahora estamos parados en el andén del Cielo sin saber muy bien que será de nosotros.
¿Por qué he muerto? ¿Que he hecho? ¿A quien le he hecho
daño? ¿Merecia yo esto? ¿Merecen mis padres no volver a verme
jamás? ¿Y yo el no verle a ellos?.
¿Te sorprende esta historia? ¿Tienes idea de cuantas historias me contarán las doscientas personas que aqui me acompañan?. Pues por desgracia no podré contártelas porque tanto a ellos como a mi nos han silenciado para siempre.
Si quieres encontrarme, seguro que algun vecino ha encendido una vela donde me mataron. Saludame cuando pases y no te olvides de mi. Nunca.
Si este relato es desgarrador, que sirva a todos. El que lo escribe, un servidor, no iba en ese tren, y mucho menos he muerto en él, aunque haya escrito esto en primera persona. Pero que no le quepa duda a nadie que si lo he escrito asi es porque TODOS IBAMOS EN ESE TREN y un pedazo muy grande de mi ha muerto en ese tren, junto a mis doscientos compañeros de vida.
Y pensad que algo asi nos contarian los fallecidos de ese dia... si unos malditos terroristas les hubiesen dejado.
Conmigo no van a poder ¿van a poder contigo?.

Que sirva esta historia para que nunca jamás nadie olvide esta terrible tragedia...
11-MARZO-2004.

Muy buena historia Paco, y pienso que, a todos los que la leyeron, se les debe de haber encogido el corazón a medida que iban llegando al final.


Saludos.