El estercolero

Por Alfonso Ussía


La basura en las cadenas de televisión no es un problema menor. He leído con estupor el artículo de Natalia Figueroa en el que denuncia que catorce cámaras, con reporteros y buitres del dolor y el chisme, se han trasladado a Houston para herir aún más la angustia de una persona enferma, en este caso Rocío Jurado. No paciente de una gripe o de una gastroenteritis, sino de un cáncer de páncreas. No es tolerable.

Los culpables son los responsables de las cadenas y de las agencias que invierten en este acoso a una mujer indefensa en beneficio de una audiencia atroz y un buen balance económico. Hay que sacar la escoba y barrer con rabia para limpiar los platós de televisión de ratas, cucarachas, sapos y víboras.

Entre las ratas, cucarachas, sapos y víboras muchos que se dicen periodistas. En la sobremesa –que se alarga hasta el anochecer–, con niños pendientes de lo que se emite en cada canal, putas, zorras, chulos, maricones, celestinas, difamadores, inventores de líos, profesionales de la calumnia, homínidos vociferantes, supuestos periodistas fronterizos con el anafalbetismo, cerdos, miasmas, vómitos y mugres.

Reconocía semanas atrás una rabiza famosa tan sólo por haberse cepillado a unos cuantos famosillos que había tenido con un tal Dinio «un desvaneo». Me figuro que un «desvaneo» no puede ser otra cosa que un devaneo en el desván. Los hay que colaboran en esos programas con pretensiones literarias, como un señor con el pelo largo que dice ser escritor. Y los calvos Matamoros. Y los berridos de Lydia Lozano, y las imbecilidades perversas e injuriosas de una tal Merchante. Ninguno se salva. Como árbitros del equilibrio rodean a la señorita Emma esputos procedentes de «Gran Hermano», que aún despiden el hedor de la comuna.

En «La Granja» llora Maricielo. Pues que llore. Miramelindos, culiesponjados y chochoslocos compiten en vulgaridades. Un tal Kiko se permite el lujo de acusar a una putituela de haberse acostado con un tipejo al que la putituela asegura no conocer. Pero nadie sale de esos programas camino del Juzgado de Guardia. El dinero lo silencia todo. Se manipula, se miente, se dogmatiza, se destruye. Los conductores de los programas de alcantarilla mantienen una cínica postura de dignidad.

Y como éramos pocos parió la abuela. Y aparecen las madres de las zorras y de los chulos, y las tías de las putas, y los amigos íntimos de los maricas, y todos cobran un dineral por extender la porquería. ¿Quién les paga? Los máximos responsables. ¿Es necesario contratar a toda esta amalgama de homínidos para que las cadenas de televisión alcancen el legítimo beneficio empresarial? Una sola frase emitida por el hocico de uno cualquiera de los calumniadores profesionales puede hundir en la miseria a una persona, a un matrimonio, a sus hijos, a cualquier inocente.

Tendría que producirse un ejemplar golpe judicial para que los programadores del asco y los empresarios que invierten en la infamia se ataran los machos con más cuidado y cautela. Repito que nadie acude al Juzgado de Guardia, pero todos se interponen e intercambian querellas y denuncias. Y los jueces y magistrados tienen que dedicar una buena parte de su precioso tiempo a intervenir en casos en los que todos son culpables, los periodistas, los invitados, los colaboradores, los directores de los programas, los directores de las empresas y los dueños de las cadenas de televisión.

Una enorme y devastadora escoba aguarda no se sabe dónde a que alguien la tome por el mango y comience a limpiar las pocilgas. Eso no es información. Eso no es periodismo. Eso no es comunicación. Los periodistas y profesionales de la comunicación que se prestan a colaborar en esas repugnancias no merecen la amnistía cooperativista de «perro no come perro».

Si la Justicia tiene que reaccionar, también las asociaciones de la Prensa, los organismos que intentan mantener en sus profesiones unos principios deontológicos firmes y transparentes. El primer empresario que se disponga a barrer de su casa la mugre se convertirá en un héroe. Y la publicidad. También la publicidad. Los anunciantes que sostienen la viabilidad de esos programas entran en el saco de la vergüenza colectiva.

Una enorme escoba. Todos a la basura. A su lugar natural.

Como siempre en este hombre, diciendo la verdad. Y tiene más razón que un santo con esto de la televisión.

En parte si, y en parte es que no puedes ver otra cosa.

... respeto ...

Acaso se merecen respeto las personas que el no respeta?? En el 99,9% de los casos yo diría que no. Y es más para una persona que dice la verdad en la mayoría de las ocasiones como jode eh, se suele decir que las verdades duelen y mucho...

Veo que se te dan bien los trabalenguas... en fin
Y si sera su verdad pero jode.... si no jodiese no diriais nada y pasariais del tema pero como jode hay q hablar...
Y muy bien no respetes que asi nos va... venga saludos...

Ja te ekivocas yo no idolatro a nadie^^

¿Que programa?

Que no te gustase,no quiere decir que fuese programa basura,era un programa de debate...