Benedicto XVI abandonará el Pontificado el próximo 28 de febrero por "falta de fuerzas". Lo ha dicho el propio Joseph Ratzinger, en latín, durante la ceremonia de canonización en el Vaticano de 800 mártires italianos y dos beatas latinoamericanas.
La declaración del Papa ante la curia ha sido difundida en un comunicado. En ella, el Papa argumenta su retirada porque ya no tiene la fuerza suficiente debido a su edad para seguir en el cargo. Un adiós "por el bien de la Iglesia y por el peso del cargo". Aunque no ha dado más detalles concretos sobre las razones que le han llevado a tomar la decisión, su hermano, Georg Ratzinger, de 89 años y también religioso, ha desvelado que "la edad le oprime" y que el médico ha sido quien le ha aconsejado al Papa que no haga, por ejemplo, mas viajes transatlánticos. También ha confesado que su hermano tiene cada vez más dificultades para andar, lo que complica su vida pública, y ha subrayado que "quiere más tranquilidad a esta edad". Georg Ratzinger ha calificado de "proceso natural" la dimisión de su hermano, que él ya conocía de antemano.
Su anuncio "nos ha pillado a todos por sorpresa", ha asegurado el portavoz vaticano, Federico Lombardi. El jesuita ha recalcado que el Papa ha tomado la decisión en plenas facultades mentales y recordó que la renuncia de un Pontífice está prevista en el Código de Derecho Canónico, que establece que para que sea válida es necesario que sea libre. Asimismo, ha destacado que Benedicto XVI es muy consciente del paso que ha dado y ha asegurado que en su renuncia no han influido temas como los escándalos sobre los casos de curas pederastas. Al contrario, ha dicho el portavoz, cuando arreciaban las polémicas ya señaló que un pastor "nunca huye ante los lobos y deja el rebaño sólo". Además, al igual que el hermano del Papa, ha negado que ninguna enfermedad haya provocado la dimisión.
Según prevén las normas de la iglesia para la elección de un sucesor, el colegio cardenalicio se comportará como si el Papa hubiese fallecido. De manera que dentro de menos de un mes, los cardenales de todo el mundo deberán acudir a Roma para reunirse en cónclave. Mientras, Benedicto XVI seguirá viviendo en el Vaticano aunque tras el cónclave, en el que no participará, se mudará a la residencia de verano de Castelgandolfo y después se retirará a un convento de monjas de clausura.
El anuncio del cardenal Joseph Ratzinger, que accedió al papado como Benedicto XVI en abril de 2005, apenas tiene precedentes en la historia. En el siglo XIII Celestino V abandonó también el cargo, pero las circunstancias fueron totalmente distintas, ya que los cardenales de Roma le obligaron a dimitir. Sucesivamente, tanto Paulo VI como Juan Pablo II habían manifestado su intención de dimitir, el primero retirándose en el monasterio de Cassino y en segundo en Polonia. Pero el entorno curial y cardenalicio se lo impidió.
Problemas de salud
Joseph Ratzinger, de 85 años, tiene toda una retahíla de achaques: en 1991 sufrió un ictus y con anterioridad ya padeció complicaciones cardiovasculares. Además, tiene problemas de hipertensión y, de hecho, muchos consideran que fue ésa la causa del posible desmayo que sufrió en 2009 durante unas vacaciones en las montañas del Valle de Aosta y que hizo que se rompiera la muñeca derecha. De hecho, Ratzinger sigue una dieta rigurosa y los médicos le han prohibido poner el pie por encima de los 2.000 metros de altitud. Es por ello por lo que los dos últimos años ha renunciado a pasar los veranos en la montaña para quedarse en Castel Gandolfo.
Además de los problemas de corazón, apenas ve por el ojo derecho, sufre un 50% de artrosis en la cadera derecha, padece hipertensión, se cansa cada vez más... Desde hace tiempo camina con bastón y utiliza una plataforma con ruedas empujada por empleados del Vaticano para desplazarse por la Basílica de San Pedro. En los últimos meses, siempre por motivos de salud, ha disminuido sus compromisos públicos, sus viajes y las audiencias.