Eso es lo que dice Rijkaard, cosa que el racing no es que cumpla a rajatabla:


Rijkaard pidió fichajes casados y formales

G. Herrero. Barcelona
Cuando el Barcelona se puso a trabajar para reforzar la plantilla había un detalle curioso que en principio nada tiene que ver con las virtudes futbolísticas. El Barça se fijaba en el estado civil de los futuros refuerzos. No es que el club azulgrana lo considerara primordial, pero sí que era un dato importante a tener en cuenta.

Fue Frank Rijkaard, el que en una de los numerosos contactos con Txiki Begiristain y Sandro Rosell sugirió que había que buscar, siempre en la medida de lo posible, futbolistas que fueran “profesionales”, que se tomaran su profesión con rigor y seriedad y que los casados tendían a llevar una vida más familiar y a estar más centrados. No hay que olvidar que el propio Rijkaard explotó la temporada pasada en una rueda de Prensa por las salidas nocturnas de algunos jugadores. El técnico no quiere ser el ‘guardián’ de sus jugadores y opina que los que están casados y tienen familia son menos proclives a ‘desgastarse’ fuera de los terrenos de juego.

No era una exigencia, no era una norma, pero el Barcelona ha mirado con lupa a todos y cada uno de los jugadores en los que se ha fijado. De hecho, alguno quedó descartado porque su nombre aparecía habitualmente en la prensa del corazón. Y no debe ser una simple coincidencia que los cinco fichajes que el club ha realizado hasta el momento correspondan a jugadores con un perfil bastante similar. Todos, los cinco, son casados. Todos, salvo Belletti, tienen hijos. Ni uno solo tiene fama de juerguista y de más de uno cuentan que su vida social es prácticamente nula.

Juliano Belletti fue el primero. Vivía en Valencia y poco se sabe de su vida privada excepto que está casado y que es tranquilo, introvertido y tímido y que se toma el fútbol con total seriedad. Giuly llegó a la presentación del Barça con su padre, está casado y tiene un hijo. De Larsson el propio médico del Barcelona destacó tras la revisión que no parecía tener la edad que tiene, 32 años, lo que indica lo mucho que se ha cuidado. Tiene una pareja estable y dos hijos. Deco tiene una hija y fama de tranquilo y familiar y de Sylvinho dicen los que le conocen que “no parece brasileño”. Tiene profundas creencias religiosas y una vida social inexistente.