Maximiliano López costó al Barcelona más de seis millones de euros, una cifra que para numerosos observadores resulta reñida con los valores que se manejan en el devaluado mercado internacional. Y más aún por tratarse de un futbolista con escaso recorrido en la máxima competición, que todavía no ha debutado como internacional absoluto y cuyo registro goleador (16 tantos en 70 partidos) resulta sensiblemente inferior al que ofrecía otro jugador del Barça, ahora cedido al Monaco: Javier Saviola.

Todo esto parece una minucia si se compara con el hecho de que Maxi López fue ofrecido hace apenas unos meses, durante el verano de 2004, al Espanyol por la sexta parte de lo que ha acabado pagando el Barça. Un millón de euros fue la cifra solicitada al Espanyol por un intermediario para contar con el rubio del River Plate. Fuentes directamente involucradas en aquellas conversaciones informaron a este diario de la sustancial diferencia en la tasación del delantero argentino.

Nada más conocerse el acuerdo entre el Barça, el River y Maxi López, hubo voces que clamaron por considerar excesivo el precio del traspaso. Una de esas voces, el ex directivo Ramon Fusté, dijo tener constancia de que "el River había tasado a Maxi López en dos millones de euros, dos y medio como mucho". El Barcelona, sin embargo, se lanzó a por él con decisión, aunque ningún técnico de su extenso organigrama lo había visto jugar in situ antes de la firma.

Para más inri, el diario Sport informó el pasado domingo de que el pago de comisiones por la operación asciende a nada menos que 900.000 euros, y que posiblemente un hermano del entrenador blaugrana, Frank Rijkaard, estaría implicado en las negociaciones. Según dijo el secretario técnico Txiki Begiristain el día de la presentación de Maxi, el fichaje recibió la conformidad de cuatro personas: el presidente Joan Laporta, el vicepresidente Sandro Rosell (quien niega tal extremo), Rijkaard y el propio Begiristain.