ganamos el clasico, yo se que hay UN POST CON LOS RESULTADOS DE LA ACADE, PERO ESTO MERECE UN POST JEJE

INDEPENDIENTE 1 - RACING 3: UN TRIUNFO LEGITIMO Y RESONANTE DEL EQUIPO DE FILLOL QUE LE PERMITIO UBICARSE EN LA TERCERA POSICION DEL TORNEO
Una lluvia de felicidad para Racing






Gastón Fernández, en dos ocasiones, y Lisandro López hicieron los goles en el complemento. Juan Eluchans había puesto a Independiente un gol arriba. Fue expulsado Rafael Olarra.





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Waldemar Iglesias.
wiglesias@clarin.com






Bajo esa lluvia de dos significados ya no cabía espacio para las dudas: de un lado, saltando en el pequeño paraíso de la victoria más deseada, estaban los hinchas de Racing, gozando, mirando el saludo de sus jugadores, aplaudiendo una actuación que había recorrido todas las instancias, imaginando al menos por un rato que la osadía de pelearles el Clausura a River y a Boca no es imposible. Del otro, padeciendo frío, sueño y humedad, estaban los hinchas de Independiente, contemplando la última postal, tan triste, tan inapelable, masticando la bronca de un año en rojo, percibiendo que un infierno se comienza a garabatear en un horizonte no tan lejano. Y con el colmo de ese grito lacerante llegado desde la tribuna de enfrente: "Se van para la B / Se van para la B..."

La 163ª edición del clásico de Avellaneda dejó sensaciones que no admiten disimulo: la gloria de un domingo feliz para Racing, que sumó su tercera victoria en diez años contra el vecino archirrival; el dolor grande del peor domingo posible para Independiente, que no gana un clásico (contra cualquiera de los grandes) desde el día en que ganó su último título (3-0 ante San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, el 2/12/2002).

Y detrás de esas sensaciones quedó un partido cambiante con un equipo que osciló entre lo mejor y lo peor de sus capacidades (Racing) y otro que pareció preso de un presente complicado y de un futuro impredecible (Independiente).

Racing tuvo una virtud que le permitió doblegar a su rival: supo cambiar a tiempo. El equipo que salió a jugar el segundo tiempo pareció otro muy distinto a los retazos de voluntades que luchaban sin éxito durante el comienzo del partido. Y ese aspecto tiene que ver con cuestiones del ánimo, de la autoestima. Esa fue la ventaja diferencial. Independiente fue la contracara: ni siquiera cuando jugaba mejor, llegaba más y ganaba parecía un equipo convencido. Siempre quedaba la impresión de que el prolijo castillo de Independiente era de arena. Incluso después del zurdazo de Eluchans que previo roce en la barrera se le coló a Mario Cuenca y se transformó en el 1-0.

Hubo otra verdad que tuvo que ver con el azar y que también determinó el desenlace del clásico: el gol del empate de Racing, en la última llegada del primer tiempo, justo después de que Independiente dilapidara un par de situaciones claras, justo después de que el árbitro no cobrara penal tras una clara mano de Pinola. Esa definición de Gastón Fernández (definió solo y habilitado tras un córner de Mariano González y un cabezazo de Lisandro López) fue un impulso para el equipo de Fillol y un golpe de martillo para Pastoriza y los suyos. A partir de ese gol, de ese empate parcial, nació otro partido.

El Racing del segundo tiempo gustó, jugó, mostró personalidad y ganó. Porque tuvo a Javier Pinola, que mostró firmeza y contagió entusiasmo; porque contó con el impecable Juan Torres, un pibe que ya no parece pibe; porque tuvo a La Gata Fernández, implacable ante Navarro Montoya; porque Lisandro López supo descubrir las grietas de la defensa rival... Y, sobre todo, porque creyó que podía. Porque dentro de cada jugador de Racing siempre habitó la sensación de que el triunfo esperaba al final del mediodía.

Desde que se iniciaron hasta que terminaron los últimos 45 minutos, Racing borró a Independiente. Aunque cabe la pregunta: ¿No se borró solo el equipo de Pastoriza, abrazado a la fragilidad de un empate? Después de manejar con criterio la pelota, de tocar delante de los ojos de un mediocampo rival sin respuestas, Racing volvió a golpear: a los 19 minutos, tras un pase precioso de Rimoldi y un cruce desprolijo de Caballero, Fernández volvió a demostrar que puede ser la figura de la tarde con apenas un puñado de apariciones.

El después fue lo mismo, pero en versión ampliada: la resurrección futbolística de Racing y las cenizas de Independiente. Con el último gol, el tercero, como sentencia: toque de Mirosevic, taco lujoso de González y definición de Lisandro López. Tres a uno. Quedaban siete minutos para esas escenas inevitables del final. Se empezaba a escuchar el grito impiadoso de los de Racing: "Un minuto de silencio para el Rojo que está muerto..." Parecía una verdad...

Grande Racing!!!!!!!!!!!!! Esperemos que al final logremos entrar a las copas verdad AKADEMICO, y haber si Marin renueva el prestamo por la Gata, que es un jugador de mucho futuro e imprescindible en Racing. Un saludo y suerte para este fin de semana. SALUDOS!!!!!!!