Pero bueno, tampoco hay que darle mucha importancia. Me gusta Colsa (Bernardo) porque me creo lo que dice y curiosamente Amavisca y ¿Geli? También el señor mayor que dice que está por encima de todo y de todos, tb me lo creo. Las chicas no sé quienes son pero tienen poco entusiasmo...
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Al pasar las páginas de este libro, el barro puede mancharle la camisa. Tal vez los dedos se le empapen del sudor del vestuario. Es posible que el capítulo dos le huela al bocadillo del descanso preparado en una cocina de la infancia. Que recuerde el tacto de la mano de un padre, esa que iba agarrado la primera vez que pisó el estadio. Es muy probable que, hasta en el blanco y negro, sea capaz de ver un verde y blanco. Y es seguro que, si es del Racing, se emocione. Porque eso, el sentimiento, no se borra aunque llueva o sople sur. Aunque pasen cien años. El Diario entrega hoy a sus lectores la cartilla para adquirir el repaso en imágenes a un siglo de pasión. Una invitación en forma de libro para sentir. Son más de doscientas páginas. Mucho más. Es el racinguismo, de un vistazo.
Para adquirirlo será necesaria la cartilla que hoy se entrega con el periódico y los cupones que, de lunes a viernes, lo acompañarán durante las próximas cuatro semanas. Eso, y reservarlo en el punto de venta hasta el próximo 26 de abril. Después, sólo habrá que pagar 9,90 euros. Será una edición en tapa dura, con unas dimensiones de 300 por 230 milímetros. Un libro único, como lo son las fotos aportadas por el Centro de Documentación de la Imagen de Santander, que rescatan del olvido las imágenes de un equipo centenario y una afición inmortal. La muestra 'A pie de campo', en la sede del centro, fue un exitoso aperitivo. Sirvió, de hecho para que los racinguistas vieran y comentaran. Para que pusieran su tinta sobre los recuerdos.
Pero el libro va más lejos. Es un retrato de una historia orgullosa más allá de derrotas. Alsúa, Óscar, Setién... Un homenaje al fútbol romántico del norte, que perdonó un mal control, pero nunca una pierna escondida. Ceballos, Sañudo, Chinchón... Un reflejo de una vieja grada con columnas, de mil viajes en autobús y de un nuevo estadio sostenido por gargantas que nunca aflojaron. Mathiensen, Quinito, Munitis... Son cien años. De aplausos y de lágrimas. Como esas que soltó mejor que nadie un tal Nando Yosu.
