Foto: Eugenio Álvarez |
Cañizares, Dadíe, Alejo, Patxi Salinas, Otero, el recordado Carlos, Vicente, Engonga, Andrijasevic y Gudelj, fueron los tristes protagonistas de uno de los episodios más bochornosos de la historia del Celta. El tongo legal más vergonzoso de la historia del fútbol español. Y digo legal porque lo fue. No hubo amaño ni maletines, simplemente la lógica del interés propio. El empate salvaba al Celta y evitaba un descenso directo del Valladolid, que luego arreglaría en la promoción de descenso contra el Toledo, por entonces pujante equipo de Segunda.
"Que se besen", cantaba la afición, que también tenía claro aquello de "este partido, lo vamos a empatar" tirando de retranca en medio de un tedio futbolístico absoluto. El fútbol español reaccionó como se espera; No pasó nada, en parte ayudado por el hecho de que finalmente fue un tongo innecesario. No hubo damnificados, ni el Celta hubiese jugado la promoción aunque perdiese, ni el Valladolid hubiese descendido aunque el Celta ganase aquel partido. Ningún resultado que se hubiese dado aquel día en el Nuevo José Zorrilla hubiese cambiado el destino de ambos clubes, pero la mancha, imborrable, permanecerá de forma perpetua en la memoria de ambas aficiones, que intentan olvidar aquel día en el que sintieron vergüenza mientras veían "jugar" a su equipo.
No sería la última vez en la que el Celta ayudaría involutariamente al Valladolid. Poco más de un año después, el Celta fue equipo de Segunda B durante 15 días en la ya famosa "crisis de los avales", que precipitaría el ascenso de Albacete y Valladolid, recién descendidos, y acabaría con la chapuza de la Liga de 22 equipos.